Desde que era pequeña me han gustado los instrumentos, las flautas que nos dejaban en el colegio, las guitarras, los órganos pequeñitos...tenia muy buen oído y casi siempre sacaba alguna melodía bonita yo sola, pero el dia que descubrí el piano me enamoré de el, cuando lo vi tan grande, tan bonito uuiss, se me iban las manos solas para poder tocarlo, pero era de el corte ingles jeje, quien se atreve a tocarlo!!
Un día me decidí a aprender a tocarlo bien y también tenia que estudiar solfeo, era algo muy nuevo para mi, tantas notas juntas, creía que no llegaría a entenderlo nunca pero me equivoque mucho, enseguida empecé a entenderlo, lo que es una redonda, una blanca, una negra, corchea, semicorchea...podría seguir pero se haría largo.
Todo aquello me encantaba, los momentos que teníamos que cantar, mirando a la partitura, las explicaciones que nos daba la profesora y ya el segundo año cuando por fin pude empezar a tocar piano, de los de verdad, no un simple organillo, me encantó, disfruté mucho de estas clases.
Hice tres cursos de solfeo y uno de piano, hay que tener mucha fuerza en los brazos para según que partitura tienes delante y a mi esto me falla a veces, la fuerza así que me decidí a dejarlo.
Ahora me da mucha pena, mas de una vez me dan ganas de volver a empezar, apuntarme de nuevo a clases para recordar todo aquello, puede que lo haga un día.
Por suerte hago musicoterápia y allí me dejan tocar en mas de una ocasión un órgano de los grandes, no soy tan buena como al principio pero no me sale mal.
La música es bonita y tocar un instrumento mucho mas.
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